viernes, 22 de enero de 2010

El derecho a la propiedad


de la tierra

Con el triunfo de la revolución cubana, en 1959, una de las primeras medidas que puso en práctica el nuevo gobierno fue la aplicación de la Ley de Reforma Agraria. Las tierras fueron expropiadas y entregadas a los campesinos en parcelas para que las arrendaran. Con la segunda reforma, en 1962, se les concedió el derecho de ser dueños de los medios de producción y del usufructo, pero no ya en calidad de propietarios de la tierra.

Desde la ruta que atraviesa las provincias Ciego de Ávila y Camagüey, se observan las plantaciones de caña de azúcar, trigo, arroz, entre otros cultivos. En cada parcela hay un cartel que indica de qué modo se está llevando a cabo la explotación en esa área. Si el cartel dice CPA (Cooperativa de Producción Agropecuaria) indica que se trata de campesinos que unen sus tierras y medios de producción para producir con autonomía del Estado. A cambio reciben un ingreso que depende de la cantidad y calidad del trabajo aportado por cada cooperativista.

En cambio, si el cartel dice UBPC (Unidad Básica de Producción Cooperativa) indica que se trata de grupos de campesinos que se unen para trabajar tierras que pertenecen al Estado, a cambio de un salario que ronda los 325 pesos en moneda nacional (es decir, unos trece pesos en moneda convertible). Esta forma de organización se aboca, principalmente, a la producción de la caña de azúcar, producto de gran importancia para la economía del país, al punto tal que existe en La Habana el “Ministerio del Azúcar”.

En Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, hay montañas bajas colmadas de palmas y sus laderas son rojas. Esta región alberga las mejores plantaciones de tabaco y convierten a éste en uno de los productos más cotizados de la isla y de mejor calidad en el mundo. Un campesino del pequeño poblado de Viñales explica que la hoja de tabaco se cosecha una por una y que para lograr una producción óptima deben visitar la planta día por día, durante los noventa días que dura la vida de ésta. Realizado el arsanal proceso de producción, un diez por ciento del resultado se lo queda el campesino para consumo personal o venta al por menor, mientras que el noventa por ciento de la producción es entregada al Estado para su comercialización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario