“Tenemos que aprender a vivir. Toda nuestra lucha es para
aprender a vivir, a relacionarnos, a comprender que el otro o la otra tienen
los mismos derechos. Esa es la lucha por los derechos humanos. No es simplemente
paliar el dolor de los sufrientes. La lucha por los derechos humanos es una revolución
cultural, política, social y espiritual. Si no cambiamos la sociedad, si no
cambiamos nosotros, este mundo no tiene futuro. Por eso tenemos que tener la capacidad
de la rebelión”. Esas fueron las palabras del Premio Nobel de la Paz y activista
en la lucha por los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel, pronunciadas al recibir
el premio Honoris Causa, la máxima distinción que otorga la Universidad
Nacional de La Plata, hoy en el Rectorado.
Sin sus habituales anteojos, de camisa lila y saco negro, el presidente de la Comisión Provincial por la Memoria prosiguió: “Necesitamos construir un nuevo contrato social hacia una democracia participativa, no delegativa donde entregamos todo el poder a los que nos gobiernan y después los gobernantes hacen lo que quieren. Lo estamos viviendo. Por eso tenemos que pensar en este nuevo amanecer, en este nuevo desafío de nuestra sociedad. Hoy América latina está sufriendo un retroceso violento. Se están perdiendo las conquistas sociales, lo mismo que en Europa, con motivo de la seguridad, que se plantea en términos de policía y de pérdidas de las libertades ciudadanas. No, la seguridad es que no se nos mueran los niños de hambre y enfermedades evitables”.
Sin sus habituales anteojos, de camisa lila y saco negro, el presidente de la Comisión Provincial por la Memoria prosiguió: “Necesitamos construir un nuevo contrato social hacia una democracia participativa, no delegativa donde entregamos todo el poder a los que nos gobiernan y después los gobernantes hacen lo que quieren. Lo estamos viviendo. Por eso tenemos que pensar en este nuevo amanecer, en este nuevo desafío de nuestra sociedad. Hoy América latina está sufriendo un retroceso violento. Se están perdiendo las conquistas sociales, lo mismo que en Europa, con motivo de la seguridad, que se plantea en términos de policía y de pérdidas de las libertades ciudadanas. No, la seguridad es que no se nos mueran los niños de hambre y enfermedades evitables”.
Pérez Esquivel es egresado de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP y fue docente en esa Casa de estudios. Parado frente a un auditorio lleno, convocó a los presentes a “compartir el pan que alimenta el cuerpo y el espíritu”, y señaló que “cada uno de nosotros tenemos el derecho, y tienen el derecho las nuevas generaciones, a recibir la enseñanza pública. Es una responsabilidad del Estado”. Reforzó que “Los gobiernos están para servir a los pueblos y no los pueblos para servir a los gobiernos” y llamó a “recuperar el sentido profundo del hacer democrático que significa derechos e igualdad para todos y todas, no para algunos”.
La vicepresidenta Académica de la UNLP, Ana Barletta, repasó
la trayectoria de Pérez Esquivel y expresó que “nos preocupa la proliferación
de los discursos negacionistas y la forma que esta discursividad gana terreno
en los medios de comunicación y las redes sociales pretendiendo destrozar el
legado de las generaciones pasadas en la construcción e memoria, verdad y
justicia, y por eso queremos reafirmarlo con este acto, mantenernos en ese legado”.
Destaco que “la palabra coherencia no es muy valorada últimamente
y se relativizan trayectorias con convicciones. En el caso de Adolfo, su coherencia,
sus convicciones lo convierten en una personalidad ejemplar, muy valorada por
todos nosotros” y remarcó que la distinción fue votada unánimemente por los 72
miembros del Consejo.
En la primera fila se sentó la Madre de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas,
que acaba de cumplir 87 años e integró –junto con Pérez Esquivel, Barletta y
otros referentes sociales- la comitiva de la CPM que a principios de marzo viajó
a las Islas Malvinas para avanzar en la identificación de 123 soldados caídos
en la guerra, enterrados como NN.
Cortiñas, de blusa blanca, pañuelo bordado en la cabeza y rostro de su hijo colgando en el pecho, se asomó detrás del atril y dio un encendido discurso en el que recordó los primeros pasos dados en la búsqueda de sus hijos desaparecidos, en los que Adolfo acompañó a las Madres de manera incondicional.
Cortiñas, de blusa blanca, pañuelo bordado en la cabeza y rostro de su hijo colgando en el pecho, se asomó detrás del atril y dio un encendido discurso en el que recordó los primeros pasos dados en la búsqueda de sus hijos desaparecidos, en los que Adolfo acompañó a las Madres de manera incondicional.
Luego advirtió al homenajeado que “todavía te vamos a dar más
trabajo, Adolfo, porque esta lucha es muy larga y por eso insistimos en que se
abran los archivos, que sepamos qué pasó con cada uno de los detenidos
desaparecidos”.
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